En el sexto tercera vive la violinista, que toca en la orquesta sinfónica de la ciudad y da clases particulares en casa, cuya voz melosa y música celestial con la que deleita al vecindario contrastan con su aspecto físico, pues es bajita, regordeta, contrahecha y de ojos saltones, pero llamadla tonta, que durante las clases particulares se oyen también otro tipo de sonidos jadeantes y entrecortados, y no sólo realiza duetos, también tercetos. Lo que no se sabe es si es una manera de sacarse un sobresueldo, que la vida está muy mala, o lo hace por amor al arte y para el simple disfrute de su cuerpo serrano, pues este comentario oído una calurosa tarde de verano de ventanas de par en par, deduzco que pronunciado a un par de novatos, no me saca de dudas: “yo a vuestra edad ya me había tirado a toda la orquesta”.
En el cuarto cuarta vive Paco, un excompañero del colegio, apuntado de pequeño por sus padres a taekwondo para que se desahogara dando patadas en otro sitios y a otras personas fuera de su propio hogar, caso perdido para sus progenitores y para la institución escolar, que tras alguna que otra breve visita a las dependencias policiales antes incuso de su mayoría de edad por meterse en líos de baja intensidad, acabó encontrando su camino en el taichí durante su estancia en un centro de desintoxicación de drogas, y hoy en día es una persona de provecho y profesor de taichí en un centro de terapias alternativas, al que yo misma asisto, y te habla del yin, del yang y de taoísmo con su deje de macarrilla. Allí mismo se imparte pilates y biopilates, danza del vientre, salsaterapia, yoga y yoga extremo, reiki , terapia Gestalt y disponen de consulta astrológica y venta de piedras con propiedades curativas. Vivía con su compañera sentimental, profesora de pilates del mismo centro, a la que se la tragó la tierra unas semanas antes del asesinato sin despedirse ni del trabajo. A decir de él, ella lo había dejado y se había ido a otra ciudad.
Los Riba son una familia de lo más típico y entrañable, formada por padre apocado, madre histérica, niño hiperactivo, niña retraída y con hierros en la boca, abuela con Alzheimer que grita por las noches y a la que atan a la silla de ruedas durante el día para que no se escape, abuelo con demencia senil postrado en la cama, perro, tortuga y dos periquitos, todos ellos en un piso de 70 metros cuadrados, y que por algún misterio en los entresijos inescrutables del estado del bienestar no tienen prioridad en la asignación de plaza en las residencias públicas de ancianos, ya que la diligente asistente social ha hecho constar en el informe que “si el abuelo quisiera se levantaría de la cama y si la abuela quisiera se estaría sentada y no gritaría”
A los del segundo tercera les llaman “los Serrano”, y son una nueva familia típica. Miquel y Nuria están divorciados de sus anteriores parejas y cada uno tiene dos hijos. Según las semanas, como tienen la custodia compartida, son más o menos en el piso, dependiendo de si a los niños les toca estar con ellos o con sus otros padres. Hace poco, han tenido una niña fruto de su mutuo amor. Ahora están pensando adoptar una niña china.
En el sexto cuarta vive una treintañera profesora de inglés de un instituto público de secundaria, que aunque habita bajo los pies de “el látigos” y pared con pared con la violinista casquivana, no deja perturbar su espíritu ni su firme decisión de llevar una vida contemplativa respecto a los hombres, harta de buscarse siempre los que no le convienen, aunque alberga la esperanza de encontrar al hombre de su vida algún día. Adicta a las terapias espirituales y a las bebidas espirituosas, asidua a exposiciones de arte y películas iranís en versión original así como a tiendas de ropa mona y zapaterías, fan de libros de autoayuda y de historias de misterio. Incomprensible para sí misma y que se siente incomprendida por el mundo... Coño, si esta soy yo.
La semana que viene empieza la acción con las pesquisas de Laura en el caso del asesinato del mirón...