lunes, 12 de mayo de 2008

A polis y ladrones - El mirón (I)

El día que firmé la hipoteca de mi piso, además de la certeza de que me unía en la riqueza y en pobreza y en la salud y en la enfermedad al Euríbor, también tuve el presentimiento de que mi vida estaba a punto de cambiar.

Tras varios años trabajando en Francia, Inglaterra e Irlanda como traductora y profesora de español, después de romper con John, sentí que mi tiempo en Londres se había acabado y que necesitaba volver a casa, y eso no significaba sólo con mi familia, sino a mi barrio, mi ciudad, mi país.

Así que, me compré el piso en Sabadell, en mi barrio de toda la vida, que bonito no se puede decir que sea, pero si un día me marché de allí porque se me había hecho pequeño y necesitaba conocer mundo, ahora volvía porque echaba de menos su humanidad. Se construyó casi entero en los años 70, con prisas y a pedazos, y si antes acogió a andaluces, murcianos y extremeños, ahora acoge a rumanos, sudamericanos y árabes. Es significativo que el barrio se llame “La concordia”. Yo creo que los nombres van ligados al destino de las cosas, así que, habría que pensárselo mejor antes de ponerle el nombre a una calle, y lo digo con conocimiento de causa, que en Francia viví en una rue des fusillés, y a los dos meses tuve que salir de allí por patas.

Mi edificio, como el barrio, es muy heterogéneo, y como tiene 11 plantas, necesariamente tiene que haber todo tipo de especímenes humanos. Junto al portal está el ”Bar Los pajaritos”, al que hace poco han puesto el cartel bilingüe añadiéndole “Bar Els ocellets”, inefable bar de maromos, de carajillos por la mañana y fútbol el fin de semana, donde me tomo el café antes de ir a trabajar, y donde también la Paqui, la mujer del Ciscu, me pone al corriente de los cotilleos del barrio. A través de ella también me he enterado de los chismes que corren sobre mi persona. A saber, se rumorea que mi última ruptura sentimental me había dejado destrozada y me había vuelto lesbiana, única explicación posible a que no me hubieran vuelto a ver con ningún otro hombre desde hacía casi un año. Efectivamente, había estado liada con un profesor de gimnasia, casado y a la sazón director de un instituto de Rubí donde había trabajado, que me había roto el corazón, pero, quién le manda a una meterse en camisas de once varas... Y aunque a veces me pregunte a mí misma por qué, lo que me gustan son los hombres. En agradecimiento, yo también le contaba a la Paqui si alguien se quejaba del café o de las bravas. Una vez, a la vecina del tercero tercera, que se quejaba constantemente de que su café le hacía ir al váter, le añadió a la carga del café las cenizas de los cigarrillos de uno de los ceniceros. - A ver si le estriñe- me dijo la Paqui.

Las ventanas de mi piso dan al patio comunitario, cerrado por los cuatro bloques que forman la manzana. Mientras friego los platos, puedo ver a los vecinos de los edificios de los lados y un poco menos a los de enfrente, que están un poco más lejos.

Así que, aquel sábado, después de hacer la compra, ataqué la pila la platos que llevaban toda la semana amontonándose. Mientras le ponía lavavajillas al estropajo, miré por la ventana a ver si había algo con lo que entretenerme, y al no ver nada digno de ser observado, me sequé las manos y pensé que prefería cantar mientras fregaba. Decidí ponerme a Falete y tarareando “Paloma brava” me puse a acometer mi misión. De repente, miro hacia mi derecha y lo que veo en el edificio de al lado me interrumpe. En una de las ventanas abiertas del piso donde viven estudiantes de la UAB, veo una cosa dentro de la habitación, como un palo largo negro, recto, que se mueve levemente, como si fuera una serpiente de pie, hipnotizada por la flauta de un encantador, pero más ancha que un brazo, así que, si era una serpiente tenía que ser como mínimo una anaconda de la selva amazónica. Me quedo inmóvil y estupefacta con el estropajo en la mano y me digo a mí misma que no puede ser una anaconda, pero desde aquella distancia no alcanzaba a distinguir bien lo que era, y además, no podía ver lo que había por debajo de la ventana. Y yo sigo fregando los platos mirando fijamente aquello, convenciéndome a mí misma de que, aunque por supuesto que existen seres humanos que deciden fruto de su propio albedrío compartir su vida y dar su más profundo cariño y cuidados a animales que el común de los mortales ha considerado desde el albor de los tiempos peligrosos para la vida humana, y que salen ufanos en programas como El Diario de Patricia a desmentir tales extremos sobre su peligrosidad con su propio testimonio, porque hay gente para todo en este mundo, pero desde luego el bicharraco en cuestión no se estaría ahí tieso delante de la ventana abierta mirándome a mí... o sí, si acabase de engullir a su dueño y estuviese haciendo la digestión...

Aquello me tenía intrigadísima, y se me ocurrió coger la cámara de fotos con la idea de que a lo mejor con el zoom podría ver lo que era. Fui a por la cámara, abrí la ventana y al salir a hacer la foto, inmediatamente desapareció. Vaya, vaya, a la anaconda no le gusta que le hagan fotos. Me puse a hacer otras cosas en el piso lejos de la ventana y de vez en cuando miraba a ver si veía a Ana, la llamo así para acortar, pero ya no estaba allí. Al cabo de un rato, me puse de nuevo en el fregadero como si hiciera algo, y Ana volvió a aparecer. Cogí la cámara de nuevo, y al salir a la ventana, se volvió a esconder. Por lo visto, a Ana le gusta jugar.

Aquel piso lo compartían dos chicas y un chico, y aquella era la ventana de la habitación del chico. Sin embargo, después del primer avistamiento de la presunta anaconda, no volví a ver nunca más al chico. O Ana se lo comió a él, o él se convirtió en Ana, que aparecía cada vez que yo me ponía a fregar los platos. El tema me empezó a molestar un poco, porque, si él me veía cuando yo sacaba la cámara es que aquello debía tener una cámara camuflada o algo así, y con lo que está de moda ahora grabar a la gente y colgarlo en internet, no me hacía ni pizca de gracia pensar que había vídeos míos por ahí, aunque fuera haciendo algo tan casto y puro como fregar los platos, que hay gente a quien le gusta cosas muy raras..

Un día, volviendo a casa del trabajo, al pasar delante del bar, oigo a la Paqui que me llama:

-Ps, ps... Laura, ven, entra- me dijo en voz baja
-¿Qué pasa? – pregunté
-¿Oye, te has enterado?
-¿De qué?
-Que han matado a un chico en el portal del 56...
-¡Quéee!
-Sí, ese chico de Cardona que vivía con dos chicas... que eran los tres estudiantes de la universidad...

Continuará, la semana que viene...

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Madre mía!! Qué emoción!! Qué intriga!! Que significa 'la semana que viene'?

Anónimo dijo...

Genial!! Me ha encantado!!!!! La cosa promete...

PD.-¿Estará el/la robafelpudos detrás del asesinato????

Anónimo dijo...

Hummm.... otra sucosita historia a la vista para tenernos muy, pero que muy entretenidas!!!! jijiji
Y además con una muerte de por medio y todo, qué emociónnnnn!!!

P.D Yo a esto de la falsa anaconda negra no puedo dejar de verle una connotación sexual, no sé por qué... (a ver si ahora voy a ser una salida?)

Lidia dijo...

je je, lo siento pero no voy a poder tenerlo antes del lunes que viene...
Algo pondré antes pa entretenernos ;)

No quiero avanzar nada, pero, en principio, a no ser que cambie de idea, el robafelpudos como tal no va a aparecer en esta historia, aunque a lo mejor sale alguna cosilla...

Claro, Noe, no me extraña que veas connotaciones sexuales, yo también
las tendría si me arrejuntara tanto con esos instructores con los que te juntas tú ;)

Lidia dijo...

Por cierto, una recomendación cinéfila. Hoy he ido a ver "Rebobine, por favor" y ha habido momentos que se me escapaban las lágrimas de la risa XD

Anónimo dijo...

Pues si quieres arrejuntarte tanto como yo a un tío buenorro ya sabes lo que te toca, maja, tirarte en paracaídas. Esa es la recompensa, jajajaj.

Isa y yo vimos "Rebobine por favor" hace unas semanas y también nos reimos mucho :-)

Anónimo dijo...

Vaya, vaya, una de misterio, qué bien!! ahora si que nos vas a tener en vilo eh? :)
Pobrecico el muchacho, qué culpa tiene él de ser de Cardona, ahora entiendo que acabe como ha acabao, ja, ja, muy bueno ;)

Por cierto, Noemí, si te sirve de algo, yo también he visto connotaciones sexuales en lo de la anaconda, que si la serpiente de un solo ojo y esas cosas ;D si es que...

PD: No sé qué peli es esta que recomendáis pero ya la tendré en cuenta. Yo hace poco vi, "Fuera de carta" y también es divertidilla.

Lidia dijo...

No te llamo hoy para que me cuentes con todo lujo de detalles porque tengo una faringitis que no he podido ni ir a trabajar... aunque ahora que lo pienso, como total, eres tú la que tiene que contar, qué más da que yo no hable...

Lidia dijo...

Como diría Freud, en esta vida todo son connotaciones sexuales ;)
Fijaos sino, el de la anaconda, es de Cardona XD

Anónimo dijo...

No te preocupes mujer, que ya hablaremos cuando estés mejor. ¿Entonces nada más dejar lo de la recuperación de la voz ya te ha vuelto a coger faringitis? jo, vaya tela :-s

P.D me quedo más tranquila sabiendo que no soy la única que ve connotaciones sexuales en esta historia, jijijijjjj

Lidia dijo...

Efectivamente, llevo dos semanas sin hacer la recuperación y ya he caído... A ver si me voy a hacer adicta al foniatra ahora...

Anónimo dijo...

Lidia, en la encuesta he elegido la opción del estudiante porque me ha hecho mucha gracia... aunque no creo que sea eso, ja, ja, ja!!!

¿Cómo estás hoy de la "gargantúa"? Espero que estés mejorcita!!

Lidia dijo...

Bueno, ya ves que hay más gente que opta por la misma opción que tú ;)

Con la garganta, voy mejor, aunque no estoy del todo recuperada :(
(esto es un rollo....)