domingo, 15 de febrero de 2009

A polis y ladrones - El mirón (XX)


Volví a meterme el móvil en el bolso al acabar de hablar con Santiago y quedar en que nos veríamos en mi casa en media hora para hablar sobre la huída de Esther y Paco, cuando creyeron haber sido traicionados por él al ver salir de nuestro edificio a un peligroso sicario justo el día en que volvían a Sabadell tras haber estado en paradero desconocido en una comunidad budista perdida en el Montseny. Volví a mirar hacia el grupo y comprobé que continuaba la algarabía, los aspavientos y los arrumacos hacia la nueva retoño china de los Serrano recién arribada allende las fronteras. En aquel momento salía la familia de rumanos del piso compartido de alquiler. ¿Podría tener relación el asesino-vendedor de kleenex con ellos? El padre era ingeniero pero aquí se dedicaba a pintar pisos, de hecho, él me había pintado el mío, me lo recomendó la madre de los Riba, a quien también había pintado el suyo. Precisamente siempre me habían parecido muy buena gente, aunque, quien sabe si a lo mejor se habían visto obligados por algún motivo a contactar con alguna mafia, para salir de su país o para obtener los papeles. Aprovechando que el portal estaba abierto, entré y cogí el ascensor para dirigirme a mi casa. Al llegar a mi puerta, me costó un poco abrirla, a veces me pasaba, tenía que cambiar la cerradura. Mientras zarandeaba con fuerza la puerta, sentí un casi imperceptible clic proveniente de la puerta de al lado, la de mi vecina la violinista. Debía estar mal encajada y se abrió con los porrazos a la mía.

Me acerqué pero no oí ningún ruido. Entreabrí la puerta un poco y dije “hola”, pero nadie me respondió. Las persianas estaban bajadas aunque entraba un poco de claridad por las rendijas, el piso estaba muy desordenado, y olía fatal.

Volví a repetir “hola”. No parecía haber nadie, pensé que era una buena oportunidad para averiguar algo sobre la violinista antes de que se fuera. Entré y cerré la puerta tras de mí. Me paseé sigilosamente sin tocar nada ni encender la luz. Vi una cosa que me llamó la atención, la cogí y me la metí en el bolso. Cuando iba a entrar en la habitación, de repente oí como abrían y cerraban la puerta y se me paró el corazón al ver, en el reflejo de un espejo del comedor, al sicario rumano. Rápidamente me metí debajo de la cama, y fui a topar con algo que estaba allí debajo, olía nauseabundo.

Al ver sus pies acercarse cada vez más, mis peores augurios se cumplieron cuando levantó la colcha. Sin embargo, sólo buscó con las manos el bulto que había debajo de la cama y lo arrastró hacia afuera. Al sacarlo, la manta dejó al descubierto lo que ocultaba, y vi pasar delante de mis narices la cara inerte y ensangrentada de la violinista. Me recorrió un sudor frío y me dije que la siguiente era yo. Noté como puso el cuerpo sobre la cama, oí unos ruidos que no supe interpretar y al cabo de unos segundos la puerta de la calle se abrió y se volvió a cerrar. No sabía si salir, pero lo que estaba empezando a oler me obligó a hacerlo. La cama estaba ardiendo junto con el cadáver de la violinista y yo estaba tan aterrorizada, que ni pensé en que quizá podía apagarlo. Salí del piso y en el rellano saqué el móvil y llamé al 112 avisando de que había un incendio. Bajé corriendo las escaleras y entonces vi como Santiago atravesaba la puerta de la entrada. ¿Y si el sicario había vuelto porque Santiago le había avisado de que lo habíamos reconocido? Me escondí y esperé a que subiera al ascensor. Cuando salí a la calle, mis vecinos aún estaban arremolinados alrededor de la niña y nadie se percató de mí.

Al cabo de unos minutos el teléfono me empezó a sonar, era Santiago. Lo apagué. No sabía adónde ir, ni qué hacer, ni era capaz de pensar, así que, me dirigí a la estación y cogí el primer tren.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Jejejeeee... acerté en la encuesta al decir que no iba a pasar nada tampoco esta vez entre Santiago y Laura.

P.D Cuando yo trabajaba en el 112 no nos hacían llamadas con tanto morbo, con cadáveres de violinistas y todo!

Mercedes Pajarón dijo...

Ohhh, Lidia, te has superado!!!!!! Genial, esta nueva aventura!!!!!

PD.- ¿Y adónde irá con el tren? ¡Es capaz de acabar en China! ;-)

Lidia dijo...

Ahora que lo pienso... hace tiempo que no doy "premios" a las lectoras habituales... Voy a tener que pensarme en hacer algo para el final de esta historia, (que aviso, le quedan unos capítulos, pero está llegando a su finnnn!!!)

Anónimo dijo...

NNNNNOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!

Pues ya puedes ponerte a pensar otra!! :P

Anónimo dijo...

..............Que nos hemos dormido esta semanaaaaaaaaa!!???!!

Queremos más!!!!!!!!!!

Lidia dijo...

Sí, me he quedado dormida a la sombra de un buen árbol, je ;)

Para el lunes que viene fijo, lo tengo medio escrito ;)

Mercedes Pajarón dijo...

Si ya lo dicen: "quien a buen árbol se arrima..." ;-D

Anónimo dijo...

Esto del árbol viene a algo? me huele a chamusquina... yo quiero saberrrrrrr

Anónimo dijo...

¿Te huele a chamusquina? Ayy, ayyy, a ver si va a ser el árbol, que está ardiendo!!!!! XD