
Un gran beso y un fuertísimo abrazo.
La búsqueda de la felicidad
Como veo que la temática psicológica os interesa, transcribo parte de una entrevista en El País del 3 de diciembre a Jorge Bucay (el de los libros de cuentos de “autoayuda”)
"Pregunta: Está empeñado en que seamos felices. Con la que está cayendo.
Respuesta: Creo que puede lograrse, siempre y cuando uno no caiga en la estúpida idea de creer que ser feliz es estar riéndose todo el tiempo.
P: ¿Por dónde recomienda empezar a buscar la felicidad?
R: Por encontrar el propio sentido para la propia vida.
P. Deme un consejo que no sea leerme de una tacada todos sus libros.
R: Contéstese a la pregunta de para qué vive. Y el día que se conteste, juéguese la vida por ese sentido de vida que decida. Verá que es feliz, aunque no esté contenta, que son cosas diferentes."
Os transcribo algunos párrafos de un artículo de este domingo de Fernando Trías de Bes en El País (¿esto vulnera los derechos de autor?) que me ha gustado mucho, si alguien lo quiere entero, lo tengo en casa. Que cada cual extraiga sus conclusiones.
“Estación de transbordo”
¿Por qué aquello que nos parecía ideal lo tiñe el tiempo de insuficiente? Un conjunto de factores explica este comportamiento de cambio e insatisfacción permanente. Por un lado la tendencia del hombre a no contentarse con las cosas, a buscar siempre lo mejor. (...)
Pero detrás de estos motivos hay uno más profundo y universal: a medida que pasan los años, las prioridades de una persona se van modificando. Lo que a los 18 años era fundamental, a los 25 se torna secundario(...)
¿A qué edad se detiene esta rueda? ¿Cuándo, por fin, nos parece que ya todo está bien, o por lo menos, ya no lo cuestionamos? Evidentemente, siempre hay excepciones. Pero, en general, la respuesta es nunca (...) esto se produce, de forma aproximada, cada siete años sin excepción de edad. Cada siete años, algún nuevo objetivo. Y durante siete años, a luchar para introducir los elementos necesarios que transformen parte de nuestra vida (...)
Nunca hay que pensar que nos hemos equivocado porque, de regresar siete años atrás, en las circunstancia que nos rodeaban, con toda probabilidad habríamos decidido lo mismo y nos hallaríamos en el mismo tren del cual nos disponemos a apearnos. Esa actitud flagelante de “como decidí esto, ahora apechugo con mi decisión” responde en realidad a un complejo de culpabilidad infundado, así como a un excesivo sentido de la responsabilidad. Irresponsable no es aquel que cambia de opinión, sino aquel que cambia de opinión sin responsabilizarse de las consecuencias. Los cambios tienen un precio es el precio del trasbordo. Es más irresponsable quedarse en el mismo tren que no cambiar pagando el precio. Porque el precio del trasbordo no es un castigo, sino el único modo de llegar a la estación final disfrutando de la vida(...)
Ya hace días os hablé de una buena receta para solteros rica, rápida y sencilla, la perca en papillote, y como me la he hecho uno de estos días de puente, aquí la tenéis.
Y ya está, lo cerráis bien haciendo un paquetito como se ve en la foto, y aquí lo veis sobre la plancha porque ahora me ha dado por utilizarla todo lo que puedo, pero se puede hacer en una sartén. Se hace enseguida, en 10 minutos, y sale un suquillo muy sabroso.
La verdad es que últimamente estoy cocinando poco, porque mi madre se ha emocionado con que tenga una nevera con un gran congelador para mí sola, y me prepara fiambreras de comida como para que coma todo un regimiento, y cada semana me hace más, que por supuesto ni puedo ni quiero rechazar, y aunque casi no cocino, no como al ritmo que ella me prepara, con lo que estoy acumulando un cierto stock. Para que os hagáis una idea, ahora mismo tengo en el congelador (y hoy voy a comer a casa de mis padres, y me tendré que llevar más): cuatro fiambreras de caldo con albóndigas, dos de pollo en salsa, una de conejo en salsa, dos de potaje de garbanzos, una de lentejas con chorizo y una de crema de verduras, amén de la caja de gambas, que también me han comprado mis padres, porque en mi casa las gambas son sagradas, somos una familia de grandes comedores de gambas, comemos sobre todo en fiestas y en celebraciones varias, y cuando viene alguien a comer por primera vez se suele estresar porque no nos puede seguir el ritmo, sobre todo mí padre, mi hermano y yo, que hemos desarrollado una rapidez y una destreza con las gambas realmente pasmosa.
Entre horas voy escribiendo estas historias para que también vosotros entre horas las leáis. Espero que os resulte entretenido. ¡Besos!