martes, 12 de diciembre de 2006

¿Por qué no estamos nunca contentos?

Os transcribo algunos párrafos de un artículo de este domingo de Fernando Trías de Bes en El País (¿esto vulnera los derechos de autor?) que me ha gustado mucho, si alguien lo quiere entero, lo tengo en casa. Que cada cual extraiga sus conclusiones.

“Estación de transbordo”

¿Por qué aquello que nos parecía ideal lo tiñe el tiempo de insuficiente? Un conjunto de factores explica este comportamiento de cambio e insatisfacción permanente. Por un lado la tendencia del hombre a no contentarse con las cosas, a buscar siempre lo mejor. (...)

Pero detrás de estos motivos hay uno más profundo y universal: a medida que pasan los años, las prioridades de una persona se van modificando. Lo que a los 18 años era fundamental, a los 25 se torna secundario(...)

¿A qué edad se detiene esta rueda? ¿Cuándo, por fin, nos parece que ya todo está bien, o por lo menos, ya no lo cuestionamos? Evidentemente, siempre hay excepciones. Pero, en general, la respuesta es nunca (...) esto se produce, de forma aproximada, cada siete años sin excepción de edad. Cada siete años, algún nuevo objetivo. Y durante siete años, a luchar para introducir los elementos necesarios que transformen parte de nuestra vida (...)

Nunca hay que pensar que nos hemos equivocado porque, de regresar siete años atrás, en las circunstancia que nos rodeaban, con toda probabilidad habríamos decidido lo mismo y nos hallaríamos en el mismo tren del cual nos disponemos a apearnos. Esa actitud flagelante de “como decidí esto, ahora apechugo con mi decisión” responde en realidad a un complejo de culpabilidad infundado, así como a un excesivo sentido de la responsabilidad. Irresponsable no es aquel que cambia de opinión, sino aquel que cambia de opinión sin responsabilizarse de las consecuencias. Los cambios tienen un precio es el precio del trasbordo. Es más irresponsable quedarse en el mismo tren que no cambiar pagando el precio. Porque el precio del trasbordo no es un castigo, sino el único modo de llegar a la estación final disfrutando de la vida(...)

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy, pero que muy acertado.

Anónimo dijo...

Así que no soy infeliz sino que es culpa de Renfe! Ya me siento mejor. Ya me pasarás el artículo entero, está en web?

Lidia dijo...

Exactamente, hay que pedir una indemnización por daños y perjuicios :)
Te escaneo el texto y te lo envío por mail :)
Te lo envío a ti también, Noe?

Anónimo dijo...

Vale, pues envíamelo a mi tb :-)

Anónimo dijo...

Nena! que sepas que estoy traduciendo un nuevo libro y he incluido tu nombre en una parte que te va que ni pintada... ya te contaré en persona, ahora te dejo con la intriga ;-p

Lidia dijo...

Cómorr?? Ja ja, ya me contarás :)

Anónimo dijo...

Bravo. Cambiar de opinión puede ser muy sano, por lo menos se demuestra que se tiene alguna.

Anónimo dijo...

Ay estos textos que hacen reflexionar...

Así que ¡hasta vas a aparecer en un libro! vaya, vaya, de aquí al "Tomate" un paso ;) Que fueerrtee...

Lidia dijo...

Ahora estoy en vilo con lo del libro, ja ja... Y estuvimos hablando ayer y obviaste este tema!

Lidia dijo...

Por cierto, que sepáis que tengo gafe con las telecmunicaciones, ahora resulta que Ono me lo está poniendo difícil también para ponerme teléfono e internet... Ya me lo tomo a cachondeo...

Los Novios: Mariví y Dani dijo...

EL HOMBRE....ESE SER INSATISFECHO POR NATURALEZA.
CHICA MÁNDAME EL ARTÍCULO, PARECE BASTANTE INTERESANTE.
irismalaga75@hotmail.com