Antes de proseguir con la historia, creo necesario poner en antecedentes a los lectores sobre los vecinos que habitan la finca. Como los implicados en el caso que nos ocupa son los que dan al patio interior, los de las puertas tercera y cuarta, sólo hablaré de ellos.
El sempiterno presidente de la comunidad, del séptimo cuarta, es un señor muy serio y respetable que vive solo, siempre impecablemente trajeado, justo y competente en sus opiniones y actuaciones como presidente, alias "El látigos", por sus gustos sexuales de los que yo misma soy testigo auditivo, que vivo debajo, de quejidos e improperios siempre de voces masculinas. Sin embargo, en las reuniones vecinales nadie osa en su presencia hacer el mínimo comentario, ni sonrisilla, ni miradita de complicidad entre vecinos cuando por ejemplo, refiriéndose a los obreros que estaban arreglando la fachada, decía “hay que ser inflexibles”, porque es un mandamás de Hacienda, y con el dinero no se hacen bromas.
El señor Mateu, del tercero tercera, está jubilado aunque va todos los días a Barcelona a trabajar al Arzobispado, donde se encarga de la maquetación de la hoja dominical, gracias a los conocimientos adquiridos en un cursillo de Quark express para jubilados que realizó en el centro cívico del barrio, y aunque tiene parálisis del brazo izquierdo de resultas de una embolia, con la mano derecha maneja a la vez el ratón y el teclado con una habilidad pasmosa. Esta tarea la realiza motu proprio y sin remuneración alguna por los servicios prestados, sólo por la fe en la salvación de su alma, porque al parecer, el primer día que fue le dijeron “Dios te lo pagará”, y eso, en el seno de la iglesia católica, va a misa. Su señora esposa es la mismísima Doña Urraca de los tebeos hecha carne y huesos.
Tuvieron un hijo que voló del nido familiar en cuanto tuvo uso de razón y la edad de emanciparse, y se fue a vivir a Gerona, al que no se le ha vuelto a ver el pelo nunca más, y eso que ellos le habían comprado un piso en la misma finca. Dicho piso, el primero tercera, lo tienen alquilado, y en aquella época allí vivían: una familia de rumanos, padre, madre e hija, que ocupaban una habitación; dos mujeres ecuatorianas empleadas del hogar que compartían habitación y cama, y a decir del vulgo, no eran pareja sino que sus exiguos ingresos no les permitían más; y en la tercera habitación, un catalán prejubilado con la pensión de invalidez y recién divorciado a los cincuenta. Cada uno de ellos con un candado en la puerta de su habitación. Los dueños de la casa, que no sólo desean la salvación de sus propias almas sino también la del prójimo, convencidos de que sólo una vida parca, sencilla y alejada de frivolidades abre las puertas al reino de los cielos, mantienen el piso de origen y sin ningún detalle que pueda suponer el menor atisbo de confort, de manera que los inquilinos han de superar diariamente pruebas de austeridad cristiana que fortalezcan su espíritu.
En el octavo tercera vive la familia Vilajosana, catalanes de pura cepa, y en el octavo cuarta los Sánchez, que también lo son. A sus hijos, Pere y Patricia, que viven con sus respectivas familias, se les conoce como “los amantes de Teruel”. Ambos enamorados, de tan sólo 38 añitos, protagonizan una bonita y acaramelada historia de amor que se fraguó en su más tierna infancia, y que ha durado hasta nuestros días, sin perjuicio de algunos breves períodos de paréntesis por infidelidades y disputas varias de jovenzuelos. Hace 8 años que se compraron un piso de protección oficial, que les tocó por sorpresa sin saber ni ellos mismos que optaban a uno porque quienes presentaron la solicitud en su nombre fueron los padres. Pero, esas cosas que pasan, que te pones a cambiar los pomos de las puertas y acabas cambiando el suelo tres veces y los armarios de la cocina dos porque, cuando lo han acabado de poner, ya no se lleva ese estilo y no tienes bemoles de irte a vivir si no está todo como mandan los cánones de la moda. Él es Project manager en HG y ella médico cirujano en la Péknon, y aprovechan los fines de semana para irse de compras a Nueva York, mientras sus mamás les preparan el bocadillo para el lunes. Hace poco, tomando café en mi casa, Patricia me confesó que últimamente estaba un tanto inquieta por la poca prisa que veía en Pere en trasladarse a su nidito de amor. ¿Crees que ya no me quiere, Laura?- me inquirió.
El décimo tercera es el piso maldito. Cuentan los que habitan el edificio desde los inmemorables 70 en los que reinaba la ropa de pana, que aquel piso quedó maldito tras un trágico y sangriento suceso sobre el que se corrió el más tupido de los velos y del que no osan ni hablar. Tras el infame hecho, el piso fue puesto a la venta y comprado por un anónimo que nunca se ha dado a conocer y el susodicho lleva veinte años cerrado. Sin embargo, los vecinos colindantes aseguran que de tanto en tanto se oyen ruidos y movimiento en su interior, y las persianas aparecen ora subidas, ora bajadas. A mí me explicó la Paqui lo acaecido allí, pero juré no contarlo... a no ser claro, que algún día ocurra algún hecho que haga necesario sacarlo a la luz...
10 comentarios:
Como la vida misma!!!! -bueno, lo del piso maldito ya no tanto, jeje-
Estos vecinos superan a los de la peli "la Comunidad", jijij
Sí, sí, yo estaba pensando lo mismo, jajaja!!
Sí, como la vida misma! Y hablando de la vida misma, pasando al caso del robafelpudos, en la comunidad de mis padres ha pasado algo muy bonito, pero ahora se me acumula la faena, espero poder contarlo la semana que viene...
Algo muy bonito? y nos dejas con la intriga? jolines, qué mala!
je, je, ya se sabe, lo bueno siempre se hace esperar ;)
Me ha encantado tu relato, espero que halla más entrega porque me ha enganchado, aunque creo reconocer cierta influencia que por otra parte claro esta me encanta.
Hola Casares,
Bienvenido! :D
Me alegro que te haya gustado, y por supuesto que habrá continuación, no ha hecho más que empezar :)
Y sí, hay una influencia muy clara ;)
Por cierto, he entrado en tu blog, y me ha gustado mucho :) mi familia es de un pueblo de la Axarquía y te quería dejar algún comentario, pero creo que no se puede, no?
Neena, la SUTILÍSIMA e INTELIGENTÍSIMA ironía que destila la historia me ha vuelto loca!! QUIERO MÁS!!! ME ENCAAANTA!!!
PD.- ...Eso no quita que no te perdone lo del misterio del piso maldito! Quiero sabeeeerrr más...! :-D
Desde luego, este edificio alberga una fauna de lo más variopinta, aunque con 11 plantas, no me extraña... :) tienen que pasar cosas raras a la fuerza!!
Bueno, a ver si Laura suelta la lengua ya, que la Paqui se lo contó por algo ;P ese cotilleo no puede quedar en la sombra!!
je je, es que la historia del piso ya saldrá en su momento ... ;)
Y lo siento mucho, pero tendré que publicar la segunda parte de los vecinos el lunes... ;)
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