domingo, 23 de noviembre de 2008

A polis y ladrones – El mirón (XIV)

Otra de las preguntas que me daba vueltas en la cabeza era, adónde iba o de dónde venía Pere el día que me lo encontré por sorpresa saliendo yo del ascensor y subiendo él las escaleras, con gesto manifiestamente sobresaltado cuando se vio descubierto por mí.

Unos días después, mientras volvía a casa andando al salir del instituto, vi a un hombre vendiendo kleenex en un semáforo que inmediatamente reconocí como el que me había cruzado días antes en el portal de mi edificio, que me había dicho hola con un marcado acento del este y que yo había relacionado con los vecinos rumanos del piso de alquiler. No recordaba cómo iba vestido el primer día que lo vi, pero seguro que no llevaba el uniforme de indigente que vestía en aquel momento. La rudeza con la que me había saludado también se había transformado en afabilidad y una amplia sonrisa para los conductores de los coches. Vi una parada de autobús a unos metros, y me fui a hacer que esperaba mientras lo observaba. Mientras contemplaba como ofrecía a los conductores el mayor objeto del deseo en época de resfriados, se me acercó un chico joven trajeado blandiendo una carpeta y me pidió permiso para robarme unos minutos. Me temí lo peor aunque no tuve tiempo de decirle que no. Yo intentaba no perder de vista al vendedor de kleenex mientras el chico se esmeraba en convencerme con entusiasmo de las ventajas de una tarjeta de crédito que no tenía comisiones, ni necesitaba que domiciliase mi nómina, ni me iba a cobrar intereses, ni bla bla bla... Entonces vi como, desde otra esquina, un hombre hizo una señal con la cabeza, el vendedor de kleenex dejó su puesto de trabajo, se dirigió hacia él, subió a su coche sentándose en el asiento del copiloto y se marcharon. El coche no era precisamente una chatarra. Aprovechando que llegaba el dos, le dije al chico que lo sentía mucho pero que había visto en las noticias que aquel banco estaba en quiebra en Estados Unidos y subí corriendo al autobús.

Al doblar la esquina de mi calle, ya de nuevo a pie, me dio un vuelco el corazón al ver una ambulancia delante del portal. Apresuré el paso y al llegar me tranquilicé al comprobar que se llevaban a la abuela de los Riba que, al parecer, se había caído al intentar levantase sola de la silla de ruedas y se había hecho daño en la cadera. Al acercarme al ascensor, vi que la violinista estaba esperando también, y entonces me di cuenta de que, la persona de la que sólo me separaba un fino tabique, era de la que menos sabía, y aunque sí que la oía, casi nunca me la encontraba, ni tenía constancia de que se relacionase con los demás vecinos. Ya dentro del ascensor, intenté romper el hielo:

-Uf, qué susto me he dado cuando he visto la ambulancia. Tal y como están las cosas...

-Sí... -respondió ella levantando la vista del suelo mirándome con sus ojos saltones por encima de las gafas, casi sin abrir la boca y sin ninguna gana de entablar conversación conmigo. Yo pillé la indirecta y no insistí más. Me acordé de cómo mi admirado teniente Colombo asediaba a los sospechosos más sagaces con su aire despistado y sus preguntas impertinentes, pero me dije que ese no era mi estilo.

Cuando entré en mi casa, aún no me había dado tiempo ni de quitarme los zapatos cuando llamaron a la puerta. Abrí, y me encontré a Paco.

-Vengo a pedirte un favor...- me dijo

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que ver cómo te gusta dejarnos con la miel en los labios,pillina.
Pues nada, a esperar otra semanita para saber qué favor le quiere pedir Paco a Laura (menos mal que ha dicho un favor, y no "sus favores" jajajaj)

Anónimo dijo...

Por cierto, cómo mola la rana de la foto!

Anónimo dijo...

Ayyayyyayyyy, Paco, ¿qué quieres ahora...??

Coincido con Noemí nocturna...¿Es que nos vas a dejar así tooooda la semana? ¿No te damos un poco de lástima???

Hay que ver, esta mujer, cómo es...!! ;-)

Anónimo dijo...

Es verdad, cuando más absorta estás en la historia, ¡zas! va y se acaba... desde luego, tú si que sabes mantenernos en vilo eh? :)

Bueno, a ver cómo continua la cosa...

A mí también me gusta la rana "rescondida" :)