viernes, 16 de febrero de 2007

El punto débil

Y hablando de amor, o de todo lo contrario, os propongo algunos extractos de este artículo de Fernando Trías de Bes del domingo 28 de enero, si lo queréis entero, pedídmelo.

(...) Débil significa que “por flojedad de ánimo cede fácilmente ante la insistencia o el afecto”. El afecto nos convierte en débiles, y la tenacidad del otro, también. Es cierto, los grandes manipuladores cotidianos que juegan con nuestra debilidad saben hurgar y apelan a nuestros afectos para supeditarnos y conseguir de nosotros lo que quieran. No hay peor decisión que la que se toma en un momento de debilidad. Actúa en nosotros una especie de droga que distorsiona la realidad. (...)

Existen dos tipos de manipuladores. Uno, los avispados. Personas que prometen resultados rápidos y fáciles. (...)

Y dos, uno invisible más peligroso: nosotros mismos. Tenemos la singular destreza de tendernos trampas. Nos engañamos para provocar situaciones que confirmen nuestra visión (positiva o negativa) del mundo. Una mujer que ha sufrido muchos desengaños amorosos huele al próximo truhán que va a romperle el corazón, pero ella misma apelará a su capacidad de no prejuzgar al que sabe (pero se niega a sí misma) mujeriego. ¿Quién no tiene el típico amigo o amiga que enlaza un desengaño tras otro con la extraña habilidad de atraer a los más caraduras? (...)

No es difícil evitarlo. Es imposible hacerlo en todos los dominios de la vida (¡dejaríamos de ser Aquiles, dejaríamos de ser personas!) pero podemos evitar algunos. Se detecta que vamos a decidir basándonos en la debilidad cuando negamos la evidencia y minimizamos los argumentos de la razón. No nos engañemos tan a menudo. Uno sabe cuándo decide con su parte débil. En estos casos hay que pedir tiempo. Los orientales son muy buenos negociando porque renuncian a, como diría Zweig, la impaciencia del corazón. Dele tiempo a su voluntad para que se rehaga y recupere la objetividad perdida que el uso de la razón jamás nos niega.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como dijo Kant: La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia la debilidad del fuerte.