lunes, 22 de octubre de 2007

De pelos


Hace unos días hablé de pelos y hoy voy a volver a hablar de ellos, aunque la verdad es que ésta que habla frecuenta poco la peluquería. No obstante, no pongo mi cabeza en manos de cualquiera, no señores, porque con el pelo no se juega, así que, desde que vivo en la City acudo a una peluquería súper mega fashion del centro, una donde el dueño o encargadillo, no sé muy bien su rango, es un tío grandullón y muy machote, rapado y con perilla de chivo, con look de roquero demodé, acompañado siempre de un perraco como un caballo, que a pesar de su tamaño parece bastante manso, el perro, el amo no lo sé. Ambos personajes confieren a este lugar, que por otro lado es de total confianza para la integridad de tu pelo, una idiosincrasia digna de esta ciudad de los prodigios, como la llamó aquél, donde lo impensable se hace carne y deviene normal.

A mí siempre me toca el mismo peluquero, y eso que hay más personas allí, pero siempre me peina él, y yo estoy contentísima, es un genio con las tijeras, siempre me corta exactamente como yo quiero, y tiene un estilazo haciendo saltar el pelo al cortártelo sin igual, el tío tiene más plumas que mi edredón. Es el mejor, pero es un estúpido, parece mentira que te toque el pelo tan delicadamente y luego para moverte a ti sea tan brusco, te pega unos meneos a la cabeza sin previo aviso que te dejan medio lela, te lava sin miramientos, dejando que te resbale el agua por la cara, con lo que eso molesta, se hace unos líos él sólo con el cable del secador y te hace sentir que eres la culpable, cuando tú no puedes evitar estar allí en medio, y por supuesto, no te dirige la palabra más que para el estrictamente necesario “siéntate aquí” y “ella te pondrá el tinte y luego sigo contigo”. Por como he visto que trata a las chicas que hay allí, me parece que es un poco déspota con las mujeres, porque con sus amiguitos que son de su misma acera tiene un trato más agradable, y aún así tiene un punto borde, estirado y esnob que no se lo quita nadie. Pero claro, yo quería caerle bien, con lo feliz que soy yo poniendo mi pelo en sus manos, qué bonito que sería, pensaba yo, que me tratara bien, con lo necesitada que estoy de cariño.

De cómo una puede hacer el gilipollas además de con los tíos que le gustan, con su peluquero maricón, en la siguiente entrega.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo la ultima vez que fui a la pelu decicí cambiar e irme a una cerca de mi casa que se llama NIL DE NILO. El que creo que es el jefe parecia tener un monton de pluma, pero resulta que en el lavacabezas me enteré que tenía un niño pequeño y vivía con su mujer. El que me peinó a mi también tenía pluma y jolín... mira que yo me quejo poco de los tirones pero no recuerdo que me manejasen la cabeza de esa manera, eso sí, el tupé para la boda quedó estupendo y no se movió ni un pelo. Yo creo que las mujeres tienen más tacto para peinarte que los hombres, aunque los hombres tienen un "algo mejor" para hacerte un corte de pelo alucinante. Una vez me cortó uno el pelo y daba vueltas a las tijeras como haciendo malabarismos :) Una pasada!Ay que ver que buena mano tienen los hombres para algunas cosas.

Anónimo dijo...

Pues yo cuando voy a la pelu, que es dos veces al año, o a lo sumo tres, porque no me gusta ir, voy a una de mi barrio nada fashion y pequeñita. ¿Por qué? pues porque la lleva un matrimonio de mediana edad, agradables y no demasiado empalagosos, que te dan conversación, pero que no te inflan la cabeza con cotilleos de revistas y demás. Porque es que eso no lo soporto, me aburre soberanamente.
P.D Lidia, qué has hecho para intentar caerle en gracia al susodicho?? no nos dejes en ascuas! jaaj

Anónimo dijo...

Jo, qué bueno, al tío ese que te corta el pelo haciendo malabarismos con las tijeras hay que verlo ;)

Anónimo dijo...

...Pues yo, si hay algo que odie más que a los peluqueros es... a las peluqueras, of course! Pero qué bordes llegan a ser algunas, madre mía...!

Ojo, Lidia, que como el peluquero tenga mucha pluma, lo mismo es un monsieur poulet! ;-D

Anónimo dijo...

Je je, serán casualidades, Mercedes... o no? El señor-pollo fijo que tiene que ser una señal para nosotras... sin duda.... ;)

Anónimo dijo...

Oye Lidia, me he fijado en que tu "caricatura" va cambiando de colores. Ayer llevaba una camiseta azul y hoy naranja, no?

Anónimo dijo...

Mujer observadora, vale por dos ;)
Hoy llevo una camiseta verde, estaba haciendo pruebas a ver qué color quedaba mejor en el blog y como he puesto un reloj naranja, me he puesto a juego ;)
Por cierto, ya habrán vuelto los neozelandeses, no?

Anónimo dijo...

Sí, ya me he dado cuenta de lo del reloj. Y sí, hoy llegan, pero no sé a qué hora...

Anónimo dijo...

...Jó, qué despiste! Es que no me entero de los cambios!

El reloj es muy guay, ja, ja, ja!!

Anónimo dijo...

Tengo esto un poco abandonao, es que estoy liada con la fiesta...

Por cierto, como me han llamado unas cuantas personas para preguntarme qué me pasaba porque habían leído lo de la serotonina, que nada, que mi serotonina vuelve a estar estupendamente ;)

Anónimo dijo...

Ya estamos aquí!! ;)

Como se nota que estoy sola en el lab, que he aprovechado la mañana para ponerme al día con el blog.. que tenía mucho trabajo acumulado!! :) Penita que me haya perdido las encuestas en su momento, con lo que me divierten!! Y como ahora voy a trabajar de verdad de la buena, pongo aquí que me he sacado 40 puntos, también... Sigo siendo aprendiz del amor, como la mayoría!! Que guay!!

Anónimo dijo...

Nena, nena, welcome!
Ya hablaremos tomorrow de cómo os ha ido en las antípodas ;)

Y bienvenida al club de las gilipollas ;) (aunque tú nena, ya has triunfado en el amor ;)

Anónimo dijo...

Ay los pelos... y los/las peluqueros/as... gran debate, creo que pocas veces una sale contenta de la peluquería. Yo tampoco soy muy dada a frecuentarlas, aunque me gusta cambiar de look, a veces me da "el rampell" y tengo que cortarme el pelo o cambiarme el color. En fin, hace pocos dias me dió uno de esos, pero decidí hacermelo yo misma, el color eh? el corte aún no me atrevo, pero todo se andará...
Yo nunca he tenido un peluquero plumífero, será que siempre voy a peluquerias de barrio, tengo que fashionizarme (o como se diga) :)

Por cierto, que pelos más bonitos que tenemos ambas dos eh, Lidia? ;)

Un besito

Anónimo dijo...

Claro, por eso he puesto esa foto, se nos ven unos pelos tan brillantes y estupendos ... ;)

Anónimo dijo...

Yo antes iba al barbero de toda la vida del barrio, la verdad es que te cortaban el pelo fatal, al final parecías el niño de la familia Monster. Hasta que llegaron los pakistaníes que abrieron sus sucursales por todo el barrio, trayendo nuevos estilos y sobre todo nuevos precios, a la baja. A ver, por 5 euros tienes la cocorota pelada. ¿Nada mal, no? Además, si les das propina, hasta te hacen una reverencia diciendo "Muxa grasia, señó". Enfin, te sientes como salvador de esta gente. Claro que poca "grasia" le debe hacer al barbero de toda la vida, que me cobraba más de 10 euros.