Venía los miércoles a la hora de comer, se lo tuve que contar a Susana porque cerraba la peluquería. Desde el principio me dijo que me estaba equivocando, que Miguel le daba mala espina, que le sacaba de quicio su extremada educación, que no le hacía ni pizca de gracia su humor tan correcto, que ese tipo de persona que nunca tiene una salida de tono en público y que siempre dice lo adecuado en el momento preciso, sólo puede esconder algo malo. Pero cada miércoles me encubría.
Al principio, Miguel siempre aparecía por la puerta sofocado, venía corriendo, me abrazaba y me aseguraba que estaba viviendo un infierno, que se sentía fatal mintiéndole a su mujer, pero que ya no la quería, que quería estar conmigo todos los días de su vida... Pero.... que si la niña estaba enferma... que si Sonia lo estaba pasando mal... que si no las podía dejar solas en un momento tan difícil... Sin embargo, las últimas veces, nuestros encuentros se resumían en un "cuánto te he echado de menos”, lo hacíamos, y él volvía a con prisas a la oficina. Yo no tenía su móvil, durante la semana nos comunicábamos por mail, aunque él sólo escribía desde el trabajo.
Cuando venía su mujer a la peluquería, no tenía estómago para atenderla yo, así que, lo hacía Susana. Yo me esforzaba por que me cayera mal, me imaginaba que era una mandona y una pérfida, una tipa insoportable y que ella misma le ponía los cuernos a él, y vete tú a saber si la niña era realmente de Miguel, así que, se merecía lo que le pasaba... Pero si en algún momento me atrevía a mirarla de reojo en el espejo, me daba cuenta de que Sonia tenía los ojos cansados porque la niña no le dejaba dormir, pero las ojeras le desaparecían cuando le preguntaban por su hija y los ojos le brillaban al hablar de ella a pesar de las noches en vela. Yo me esforzaba en odiarla, pero me lo ponía difícil....
Y un día, pasó lo que tenía que acabar pasando. Era un domingo por la tarde, salí con Laura a pasear por el centro y cuando vi a la familia feliz con el carrito, se me cayó el alma al suelo, y fue casi literal, porque por un momento creí que de verdad me iba a desvanecer, y me agarré al brazo de Laura, disimulando con un gesto cariñoso y la empujé a mirar los tenderetes de los hippies. Pero no pude evitar que los viera y nos acercamos. Al vernos, Miguel se quedó un momento parado, pero en seguida reaccionó, disimuló tan bien, que hasta me dio miedo por un instante. Después de los saludos y los besos reglamentarios, se inició una conversación en la que yo no podía participar porque no me salía la voz, y entonces Miguel se agachó y le dijo a la niña:
-Mira, Alba, esta es Marina. Ma-ri-na. Es la peluquera de la familia, le corta el pelo a mami y a papi. Y también te lo cortará a ti.
Cómo podía actuar tan normal, cómo pudo hacer aquel comentario, cómo podía estar tan seguro de que yo no montaría un numerito allí y destaparía el pastel, cómo podía ser tan cínico...
La siguiente vez que nos vimos, después de hacerlo sin apetecerme, aunque tampoco se lo dije, le insistí en que lo estaba pasando muy mal, que necesitaba que habláramos, y él me contestó que no se podía quedar más rato, que tenía que volver rápido a la oficina, que se lo contara por mail y que me contestaría al día siguiente, que aquel día tenía mucho trabajo. Y me dio un veloz beso de despedida. Me sentí una auténtica fulana.
Cuando llegó Susana, me encontró sentada en el suelo del cuartillo llorando a lágrima viva, ahogándome en sollozos... No era la primera vez, los últimos miércoles yo me había quedado siempre llorando al salir él por la puerta, sólo que esta vez sentí que había tocado fondo, que no podía más, que la historia con Miguel me estaba destrozando.
-Marina, esto no puede seguir así. Pero no ves que esto no va a ninguna parte y te está haciendo daño. ¡No la va a dejar, a ver si te enteras ya! Y mira, te digo una cosa, o cortas tú con él, o el miércoles que viene te juro por mis muertos que me quedo aquí esperando y le digo en su cara que es un cerdo y que se ocupe de su mujer y de su hija, que es lo que tiene que hacer en vez de ir por ahí de flor en flor...
-No digas tonterías...
-¿Tonterías...? Tonterías las tuyas que te has vuelto loca con las memeces que te dijo una tarada, o mejor dicho, una estafadora que te tiró las cartas y tú te la has creído con los ojos cerrados.
-No es una estafadora, ni una tarada...
-No, tienes razón, la tarada no es ella sino tú que te la crees...
No se lo dije a Susana, pero decidí que tenía que volver a ver a Mariluz, la mujer que me había echado las cartas.
Continuará... si no puedo para el viernes, el lunes que viene....
13 comentarios:
Os tengo que dar una primicia...
Después de este largo período de tregua, que en este blog ya apostábamos que no podía ser para siempre ...
¡EL ROBAFELPUDOS HA VUELTO ! :O
En cuanto pueda os contaré cómo ha sido su regreso y sus últimas fechorías ;)
Vaya, me está empezando a caer gordo este tipo...
¿Por qué cuesta tanto romper una relación, aun sabiendo que te está haciendo daño?
PD.- En estos momentos, después de haber leído la continuación de la historia, sólo me alegra saber que el robafelpudos ha vuelto (no por Navidad, sino por Semana Santa, qué cosas!)
Vaya hombre, vuelvo un poco depre pq se han acabado las vacaciones y encima me encuentro una continuación bastante chunga de la historia con el capullo éste... a mí también me cae mal, estoy con Mercedes. ¡¡Marina, déjalo!!
P.D Ha vuelto el Robafelpudos??? mon dieuuuu!!!! y qué travesura ha hecho ahora? cuéntanos, cuéntanos!
Pues sí, vaya tela... que lo deje, ya!!
PD: Yo querer saber qué ha hecho el/la robafelpudos!
je je, bueno, os doy un pequeño avance.
Además de volver a poner silicona en la cerradura del tercero tercera (esto no es novedoso, ya lo había hecho anteriormente), ahora se entretiene en cambiar de planta un macetero con un ficus que habían puesto recientemente los del primero tercera (los del piso patera). La otra novedad es que se dedica a hacer desaparecer el cartoncillo con el "le toca a usted limpiar la escalera y el portal esta semana" que te dejan colgado en la puerta si te lo llevan y no estás en casa.
Y el regreso de la paranormalidad a la escalera está enfrentando a los vecinos...
Qué complicada es la vida!!! en general, y el amor en particular. O mejor dicho, lo complicamos todo nosotros solitos.
En fin, que la pobre Marina parece que se ha vuelto a equivocar... Los guantes no son el único objeto de plástico que se puede tener entre las manos... puede ser una bolsa del súper por ejemplo (qué pensábais ya eh? ;) )
Bueno, bueno, el robafelpudos "el retonno" por enésima vez. Hay que ver, la gente no se cansa de hacer maldades, como decía mi abuela.
Quanta ragione hai!
Nos complicamos la vida nusotro mihmo...
En cuanto al robafelpudos, como dice nuestro amigo psicólogo, hay más fuera que dentro ;)
Ostras, pues creo que el Robafelpudos se pasó hace unos meses por mi portería! ;)
Resulta que un día, de repente, desapareció el cartelito de fregar la escalera... y justamente, cuando nos tocaba a nosotros. Nosotros, que no teníamos ni idea de por dónde iba lo de la portería, como no nos llegó el cartel, pues no fregábamos, y de hecho pensábamos 'que guarro está el rellano, aquí hay alguien que se columpia..' Hasta que me enteré que la fama de guarros la teníamos nosotros!!
Jajajajajaj.... Isa, y no se descubrió quién había sido el chorizo en cuestión?
ja ja XD
Y cómo os enterasteis que los "presuntos guarros" erais vosotros?
No, no... nunca se supo! Yo creo que algunos realmente sospechan que fuimos nosotros, para escaquearnos, o algo... pero ya me da igual.
Nos enteramos cuando un día que llegaba del trabajo me encontré 2 vecinas del rellano cuchicheando. Y al salir yo del ascensor, me dijeron: 'Oye, la portería... hace mucho que no se friega, no?' Y yo:'pues sí, no sé a quién le tocará, pero...' Y me dice la vecina:'Pues si yo te puse el cartelito en la puerta hace ya semanas! Y desde entonces no se ha fregado!' Y yo flipando!! Les dije que no lo había recibido, que alguien lo debió quitar, porque a nosotros hacía tiempo que no nos tocaba.. y la vecina: 'Pues os tocaba, que yo os lo dí' No sé, me quedé con la sensación que no me creían, pero bueno. En fin, historias..
Bufff...en la escalera de mis padres pasa igual, siempre hay problemas con quién friega y quién no. Un rollo.
P.D Menos mal que en mi futura nueva escalera hay una sra. de la limpieza, jejejejejjjj :-)
Ay, los vecinos... En mi escalera, desde el principio lo ha hecho una señora de la limpieza. Hubo un momento en el que se propuso que, para reducir gastos de comunidad, lo hiciéramos nosotros, cosa a la que yo me negué porque luego pasa lo que pasa... Así que por suerte, la gente no quería problemas y se quedó de nuevo la señora. Que una cosa es tu rellano y lo otro son las escaleras de cinco plantas, entrada y ascensor.
Nada, historias sin fin... los vecinos...
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